Los 5 mejores covers de vinilo diseñados por leyendas del diseño
¿Quién dijo que la música solo entra por los oídos? A veces un disco nos seduce desde la portada, y es que un arte de cubierta brillante puede ser tan memorable como las canciones. Aquí hemos reunido cinco portadas de álbumes icónicas, concebidas por diseñadores gráficos de renombre, que han dejado huella en la historia. Olvídate de Andy Warhol y otros artistas pop –esta lista se centra en diseñadores gráficos de verdad haciendo magia visual en vinilo. Prepárate para un recorrido divertido, sin pelos en la lengua, por algunas de las mejores portadas de todos los tiempos. ¡Vamos allá!
- The Dark Side of the Moon – Pink Floyd (1973)
Diseño: Storm Thorgerson (Hipgnosis)
La icónica portada con el prisma refractando la luz es prácticamente sinónimo de rock clásico. Concebida por el legendario estudio Hipgnosis de Storm Thorgerson, esta portada minimalista proyecta un rayo de luz que atraviesa un prisma y despliega un espectro de color sobre fondo negro. La imagen es tan potente que se ha convertido en “uno de los iconos del rock más reconocibles de la historia”. ¿La razón de su genialidad? Thorgerson buscaba algo “simple y audaz” para reflejar la iluminación de los conciertos de Pink Floyd y los temas cósmicos y ambiciosos del álbum. El resultado fue un diseño atemporal: triángulo, luz y color en perfecta armonía. No hubo que reeditar la portada nunca –desde 1973 sigue intacta en cada nueva edición, prueba de que no se toca lo que ya es perfecto. - Unknown Pleasures – Joy Division (1979)
Diseño: Peter Saville
Si alguna vez has visto una camiseta negra con un gráfico de ondas blancas, has visto la obra maestra de Peter Saville. La portada de Unknown Pleasures muestra un misterioso patrón de pulsos estelares en blanco y negro, extraído de un gráfico científico real. Con recursos mínimos, Saville logró una imagen poderosa que se ha convertido en “de culto”, apareciendo en todo tipo de merchandasing décadas después. Lo increíble es que Joy Division era una banda debutante, pero Saville apostó por un diseño sin texto en la portada –solo esas ondas silenciosas sobre fondo negro– creando intriga pura. ¿Reediciones? Siempre con la misma elegancia minimalista, salvo alguna edición especial invertida en negativo para el 40º aniversario. Esta portada no necesita más: sigue siendo un enigma gráfico que nos intriga y encanta por igual. - Never Mind the Bollocks – Sex Pistols (1977)
Diseño: Jamie Reid
Gritona, punk y 100% rompemoldes. La portada fosforescente de Never Mind the Bollocks (fondo amarillo chillón, texto rosa y verde recortado tipo collage) fue obra del artista gráfico Jamie Reid, y resumía a la perfección la actitud irreverente de los Sex Pistols. Como cuenta Carlos Galán (Subterfuge Records), este diseño transmitía “actitud, creatividad y ruptura, con una combinación de colores hipnótica”, convirtiéndose en la “biblia del punk” visual. Reid, conocido también por el famoso póster de la Reina Isabel con los ojos censurados, llevó la estética “corta y pega” al mainstream, inspirando portadas punk por décadas. La portada original no sufrió censura (aunque el título causó polémica); sin embargo, en algunas reediciones se ha jugado con los colores. Con los años, lejos de envejecer, sigue luciendo tan fresca y provocativa como en el 77. ¿Quién dijo que el diseño punk no podía ser también arte eterno? - Nevermind – Nirvana (1991)
Diseño: Robert Fisher (director de arte)
Un bebé desnudo nadando tras un billete de dólar –provocador y simbólico, ¿no? Esta portada, idea del propio Kurt Cobain junto al diseñador Robert Fisher, se convirtió en una imagen pop de los 90. La foto subacuática fue realizada en unas pocas horas en una piscina de Pasadena, con un presupuesto muy modesto. Irónicamente, acabó representando la ambición y la inocencia corrompida por el dinero, perfectamente alineada con el espíritu rebelde de Nirvana. A lo largo de los años, Nevermind ha sido reeditado múltiples veces siempre con su infante acuático, aunque el bebé (Spencer Elden) de adulto demandó a la banda por explotación –sin éxito, pero generando titulares. Incluso se rumoreó que futuras ediciones podrían cambiar la portada para “evitar problemas”, lo que volvería la portada original un objeto de coleccionista aún más preciado. Hasta la fecha, eso no ha pasado. Sigue el bebé persiguiendo el dólar, recordándonos que el buen diseño no sabe de autocensura. - Boston (álbum debut) – Boston (1976)
Diseño: Paula Scher (CBS Records) & Roger Huyssen (ilustrador)
Guitarras voladoras… ¡literalmente! La portada del primer disco de Boston imaginó la ciudad de Boston dentro de una guitarra-platillo volante escapando de un planeta en llamas. Suena loco, pero se ve genial. La diseñadora Paula Scher –quien luego sería una de las voces más respetadas del diseño gráfico– concibió junto a Huyssen esta escena de ciencia ficción rockera. Scher en retrospectiva modestamente la llamó “una pieza de trabajo mediocre”, pero los fans opinan lo contrario: la portada ganó estatus de culto, equiparándose en popularidad a iconos como la portada de Revolver de los Beatles. De hecho, “todo el mundo sabe cómo luce” esta portada –guitarras/cohete, colores cálidos, la palabra Boston en ese lettering espacial– y la banda la adoptó tanto que repitieron la temática en discos posteriores. Ninguno tuvo el impacto del original, claro. ¿Por qué es especial? Porque en los 70 casi todas las portadas de rock eran fotos de la banda; aquí no aparece ningún miembro, solo arte imaginativo. Arriesgado pero efectivo: convirtió la música de Boston en un viaje interestelar antes de darle al play. No hubo polémicas ni retiradas –¡al contrario! Esta portada demostró que el rock clásico también podía ser creativo y lúdico en lo visual.
Las 5 portadas más buscadas por coleccionistas de vinilos
Ahora pasemos del arte gráfico al fetichismo coleccionista. ¿Qué portadas de discos hacen salivar a los coleccionistas dispuestos a vaciar la billetera? Aquí te contamos de cinco portadas (y discos) legendarios por los que muchos pagan fortunas en subastas – incluyendo una inesperada incursión de Playboy en el mundo del vinilo. Son portadas rodeadas de controversia, rareza o historias jugosas, que las convirtieron en santos griales del coleccionismo. Si tienes alguna de estas ediciones originales empolvándose en el trastero, prepárate: podrías tener un tesoro en tus manos.
- The Beatles – “Yesterday and Today” (1966), la portada “Butcher”
Fotógrafo: Robert Whitaker
Esta es la madre de todas las portadas coleccionables. Los Beatles, en pleno apogeo de fama, decidieron trolear a Capitol Records y posaron vestidos de carniceros, rodeados de muñecas decapitadas y pedazos de carne cruda. Sí, leíste bien: los amables Fab Four con sonrisas sádicas y bebés de plástico despedazados. La foto de Whitaker pretendía ser arte pop de vanguardia y sátira (se dice que John Lennon la veía como crítica a la “matanza” de sus álbumes en ediciones estadounidenses). El escándalo fue inmediato: DJs horrorizados, tiendas devolviendo cajas enteras… Capitol entró en pánico y retiró la portada a los pocos días, pegando encima una foto mucho más inocente de los Beatles con un baúl. Aquella portada prohibida –apodada “Butcher cover”– se convirtió en leyenda. Solo unos pocos miles de copias originales sobrevivieron sin alterar, porque la mayoría fueron literalmente destruidas o cubiertas con la nueva carátula. Por eso hoy un ejemplar “Butcher” de primera tirada alcanza precios astronómicos. Es un item tan infame que gente ha intentado despegar la portada del baúl de sus discos para revelar el macabro original debajo (¡tarea de cirujano plástico!). Conclusión: Esta portada censurada es el Santo Grial vinilero; su valor reside en la imagen prohibida más que en el vinilo (las canciones son las mismas de siempre). En 2014 se reeditó el álbum en CD, pero obviamente con la portada “buena”. La Butcher cover, en cambio, jamás ha sido “rehabilitada” oficialmente – y quizás por eso sigue siendo objeto del deseo coleccionista por excelencia. - The Velvet Underground & Nico (1967), la portada del plátano
Artista: Andy Warhol
¿Quién iba a decir que un plátano podía ser tan legendario? La portada del debut de The Velvet Underground, producida por Warhol, mostraba un sencillo plátano amarillo dibujado sobre fondo blanco, con la firma del artista. Pero había truco: la cáscara era un adhesivo que podías despegar, revelando debajo una banana de color carne… ¡toma provocación pop!. Esta innovación hizo que las primeras copias fueran un dolor de cabeza industrial (se necesitó una máquina especial y gente pegando bananas a mano, retrasando la salida del disco). Pero vaya si valió la pena: hoy esas primeras ediciones con banana despegable intacta son el santo grial para coleccionistas de rock y arte. De hecho, la primera tirada con el plátano “peelable” es considerada la joya máxima para los coleccionistas de vinilo, valuada fácilmente en miles de euros si está en buen estado. Como la fabricación era cara y el disco no vendió mucho en su día, pronto cambiaron a una portada estándar (banana impresa fija) y eso hace a las originales de 1967 aún más escasas. ¿Reediciones? Muchas, pero casi ninguna ha replicado la pegatina excepto ediciones especiales conmemorativas. Warhol logró con un simple plátano un ícono visual del rock: una portada “muy icónica, un clásico” que aún hoy conserva toda su fuerza gráfica. Para muchos, tener el vinilo con la banana intacta equivale a poseer un pedacito de la historia del arte pop en la estantería de casa. ¡Que vivan las frutas rockeras! - The Rolling Stones – “Some Girls” (1978), la portada con celebridades censuradas
Diseño: Peter Corriston (diseñador) & Hubert Kretzschmar (ilustraciones)
Los Stones armaron un buen lío en 1978 con esta portada. El diseño original era brillante: un collage retro simulando un anuncio vintage de pelucas, con agujeros troquelados por donde asomaban las caras de los Stones… y de varias famosas de Hollywood. Ahí estaban Lucille Ball, Farrah Fawcett, Raquel Welch, Judy Garland, Marilyn Monroe, entre otras. ¿El problema? Ninguna autorizó tal uso. Cuando el disco salió, muchas de esas celebridades (o sus herederos) pusieron el grito en el cielo y amenazaron con demandar por uso de imagen sin permiso. Resultado: en cuestión de semanas, la discográfica tuvo que retirar la portada y rediseñarla de emergencia. En la segunda versión quitaron todas las caras famosas (menos la de Marilyn Monroe, que curiosamente su estate no había protestado tanto, aunque finalmente también la retiraron) y las reemplazaron por colores planos y la frase “Pardon our appearance – cover under construction” explicando la chapuza. Más adelante, en 1980, hubo incluso una tercera versión para CD con ilustraciones dibujadas en lugar de fotos. Todo esto hizo que la tirada inicial con las celebridades –la llamada “banned cover” de Some Girls– se convirtiera en pieza de colección instantánea. No es que sea ultra rarísima (se vendieron bastantes antes del cambio), pero su valor radica en la metedura de pata histórica y en tener algo que técnicamente no debería existir por temas legales. Para colmo, incluye a Marilyn Monroe, conectando con el imaginario Playboy (Marilyn fue la primera chica Playboy, después de todo). Los Stones aprendieron la lección: pese al enfado inicial, en vez de castigar al diseñador Peter Corriston, ¡lo contrataron para hacer sus siguientes tres portadas! Y es que, polémicas aparte, la portada original de “Some Girls” es hoy venerada por fans y coleccionistas como reflejo de una era irreverente. Si tienes una copia intacta con las celebrities, siéntete afortunado: posees un pedacito de la historia del rock… y del cotilleo legal setentero. - Prince – “The Black Album” (1987, lanzado oficialmente en 1994)
Diseño: ¿Prince? (portada totalmente negra, sin créditos)
Pocas historias más locas en la historia del coleccionismo musical que la de The Black Album de Prince. Originalmente planificado para lanzarse en 1987 como un disco sin título (solo una funda negra sin info ni imágenes, literalmente “el álbum negro”), Prince tuvo un arrebato espiritual a último momento y ordenó destruir las 500.000 copias fabricadas. El álbum se convirtió en leyenda sin siquiera ver la luz: algunos pocos promos escaparon la picadora, y durante años circuló solo en bootlegs. Fast forward a 1994: Prince, ya reconciliado con su lado oscuro, permitió una tirada limitada oficial en CD/casete y vinilo, pero incluso esas ediciones del 94 se retiraron pronto. Resultado: las poquísimas copias originales de 1987 que sobrevivieron –aún más raras si están selladas– son auténticos unicornios. Se conocen contados ejemplares; en 2018 uno se vendió por $42,000 dólares en una subasta. Y hace unos años, un ex-empleado de Warner encontró 5 copias selladas de 1987 olvidadas en unas cajas, de las cuales 2 salieron a la venta a $15,000 cada una (y volaron). ¿Por qué tanto revuelo por una portada que ni tiene arte? Precisamente por el mito: es el disco que Prince “suprimió” en el pico de su fama, lo que lo convierte en uno de los vinilos más buscados del mundo. La portada negra le añade mística – cero información, solo vinilo negro en sobre negro, como un “álbum fantasma”. Desde entonces, The Black Album no ha sido reeditado en vinilo comercial (salvo esas copias del 94), lo que mantiene la burbuja de rareza. En la guerra de coleccionistas, tener el Black Album original es mostrar que tienes la gema que Prince no quería que escucháramos. En otras palabras: negro es el color de la fortuna, al menos en el universo Prince.
Conclusión
Ya sea por su diseño rompedor o por la polémica que cargan, estas portadas nos demuestran que el arte de un disco puede alcanzar vida propia. Desde prismas cósmicos y ondas misteriosas hasta bananas pop, carniceros Beatle, celebridades indignadas, portadas prohibidas o ediciones fantasma – cada una tiene una historia digna de contarse (¡y de presumirse en tu estante!). En un mundo donde todo es digital y efímero, los coleccionistas encuentran en estos vinilos una conexión física con la historia cultural, un pedazo de leyenda que se puede tocar. Así que la próxima vez que mires la portada de un álbum, piensa en esto: podrías estar sosteniendo un futuro tesoro o una obra de arte encubierta. Y sobre todo, disfruta el diseño tanto como la música. Al fin y al cabo, no hay censura ni algoritmo que pueda con una gran portada de vinilo.